n intento de aproximaci髇 a la obra de 謘ten Sj鰏trand
inevitablemente queda como un ensayo incompleto,
dado lo vasto de la obra del poeta sueco y la
multiplicidad de dimensiones 楅tica,
humanista, religiosa, entre otras?que abarcan
su obra. Esto lleva al cr韙ico a tomar una
pieza clave de su trayectoria vital, desgranando
desde all?las notas de la sinfon韆 po閠ica.
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謘ten
Sigvard Sj鰏trand
(1925
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Y no casualmente la antolog韆 elegida ha sido La
m鷖ica oculta [Den G鰉da Musiken],
publicada en castellano por El Tuc醤 de
Virginia, M閤ico D. F., 1989, Luis Soto y
V韈tor Manuel Mendiola Eds., con traducciones
de Pierre Zekeli y Homero Aridjis, y tomando
como hilo conductor la nota introductoria de
Steven Sondrup.
T韙ulo que tiene una clara referencia musical, imbricada
no solamente en cada miembro del cuerpo
po閠ico, sino expl韈itamente deudora en una
etapa temprana de los 慞reludios?de Debussy
y al 慠閝uiem?de Ligeti, herencia que,
combinada con una profunda experiencia m韘tica
de juventud que marcara desde la filosof韆
tomista sus primeras obras, se iba a expresar en
sus traducciones al sueco de 髉eras y
oratorios, entre los cuales figuran 慖figenia
y Alcestes?de Gl點k y el 慚es韆s?de
H鋘del.
Poes韆 absolutamente consustanciada con una experiencia
personal de di醠ogo con el mundo que le tocara
habitar, y lejana de todo alineamiento con las
diversas corrientes literarias y est閠icas que
atravesaron el mundo escandinavo a lo largo del
siglo XX, la obra de Sj鰏trand mantiene, sin
embargo, una notable relaci髇 con la obra de
poetas como T. S. Eliot (en sus poemas tard韔s,
donde vuelca sus inquietudes metaf韘icas
a prop髎ito de su conversi髇 al
catolicismo romano), Paul Val閞y (de
cuya obra explora las infinitas combinatorias de
los motivos musicales en la composici髇
po閠ica) y Gunnar Ekel鰂, a cuyo leitmotiv
en torno al Doppelg鋘ger y a la soledad
existencial del hombre se vuelve en distintos
momentos de su obra.
Junto a estas afinidades electivas, el simbolismo de los
tres elementos, aire, viento y agua, recorre
toda su trayectoria vital, desde su primer libro
de poemas, Unio (1949) hasta su obra de
madurez (Transmisi髇 de corrientes,
1977; Justo sobre la l韓ea de agua,
1984). Si bien hay una clara evoluci髇 de la
reflexi髇 po閠ica, desde un tomismo estrecho
hasta una visi髇 m韙ica de la marcha del
mundo, identificada con los arquetipos de Jung.
Distintos momentos de Sj鰏trand van y vuelven sobre el
sentido del tiempo, de un tiempo presente que el
poeta siente cada vez m醩 angustioso y
degradado. As? en este fragmento de Paisaje
del llano [Sl鋞tlandskap]:
Tu viaje a trav閟 de las noches y los d韆s es el m韔;
c髆o la luz sigue cada paso que damos,
c髆o, sin embargo, algo parecido a nosotros viaja
y queda en cada tierra,
en la alegr韆 que se profundiza
con aterradoras preguntas,
con extra馻s r閜licas,
con d韆s y noches,
con el coraz髇 que late como el riel,
mientras las fronteras desaparecen detr醩 de ti...
hasta que ning鷑 tren pueda llevarte m醩 lejos
[...]
En otro plano de la po閠ica de Sj鰏trand, la angustia
ante la devastaci髇 del ambiente, de la propia
casa c髎mica, compartida con tantos otros
poetas escandinavos, se expresa con dureza, por
ejemplo, en Nube tras nube [I
namnl鰏heten]:
Nube tras nube
de fuego subterr醤eo.
Nubes exterminadoras
De odio y abstracciones.
Y nosotros los que vivimos, todav韆 respiramos
Recordando otra vida.
Pero 閟ta es nuestra vida:
Estroncio y disgusto.
Y el contagio mantenido en secreto-
Que se propaga -ue ya nos ha penetrado!
Nos ha dividido de nosotros, ha separado
las manos de la cabeza; el cuerpo y el sexo
del coraz髇; el hombre de la mujer
como el este del oeste.
Nube tras nube.
[...]
Pero 閟ta es nuestra vida: estroncio y disgusto.
Cesio y vac韔.
Rocas cerradas, espacios cerrados.
Odio contra odio.
[...]
Nube tras nube
de fuego subterr醤eo.
Nubes exterminadoras
De odio y abstracciones.
蓅ta es nuestra vida.
Mientras la ceniza est?cayendo, cayendo...
donde ya la estructura de la versificaci髇 se ha vuelto
cortante, continuamente fragmentada por puntos,
tal como la realidad que percibe el poeta y las
oposiciones que quiebran los arm髇icos de un
universo que fuera kosm髎 y, en una
inversi髇 absurda, se ha transformado en dolor
y desconcierto, cha髎.
Las nubes de Debussy, las de Arist髏eles, se han
degradado ya a nubes radioactivas, y la ciencia
impone al hombre su propio lenguaje, ajeno,
impiadoso, apocal韕tico.
En una disociaci髇 existencial nunca resulta, el poeta
que desde su trayectoria vital y desde la
alquimia de la Palabra ha perseguido sin
descanso la utop韆 de las dos culturas, la de
C. P. Snow, constata tristemente que la ciencia
se ha vuelto una empresa de robots
deshumanizados, contradiciendo lo mejor de su
historia; y se vuelve hacia la recuperaci髇 de
los mitos, intentando habitar la augusta casa de
un pasado ya irrecuperable:
Los pueblos caen,
la noche se derrama.
En ambos lados, el llano brota
sin lugares ocultos o evasiones.
En ambos lados, ellos saben que pronto
estar醤 rodeados, encerrados
(como el astronauta en su cabina espacial).
Oh sombras perdidas para el mundo,
yo las segu?
Con los ojos del argonauta yo segu?/font>
El libre vuelo de una paloma
Y he pasado a trav閟 de las rocas
sin que 閟tas me aplastaran.
Pero, 縬u?se yo de las formas desconocidas
aproxim醤dose en la niebla?
A treinta millas de la costa,
los periscopios se levantan, como lanzas del suelo.
Los 醨boles son arrancados desde los cojinillos de
lanzamiento
enfrente de m?
A trav閟 de las rocas que chocan [Genom de sammnsl錯nde klipporna]
Y el viaje po閠ico puede cerrarse con esta impresionante
recreaci髇 de Ulises, revisitado:
El reloj golpea las 17.55. El primer controlador al fin
descubre la estampilla que dice que tengo el
derecho de moverme libremente fuera de los
muros. 揘o leo franc閟 y no he visto nada
sobre este d韆 hasta el t閞mino de la noche?
dice, y agrega: 揚ero ahora veo que t?has
estado en esto desde el comienzo? Yo pienso
que habr韆 sido mejor que 閘 me hubiera
preguntado sobre la ret髍ica auto evidente de
la esperanza y el cal?de la experiencia, los
que durante la creaci髇 permanecen silenciosos.
Pero 閘 arrebata mi pasaporte.
El reloj golpea las 16.55 y el segundo controlador
pregunta abrupta, inquisidoramente: 摽C髆o
te llamas realmente? ontesta!? Aturdido,
un doble espectral, respondo que soy llamado
Sim髇, Sim髇 es mi segundo nombre. Pero 閘
contin鷄, con una sonrisa despectiva: 揟enemos
la prueba de que has mentido: has dicho que
miraste en un sue駉 la mayor parte de aquello
sobre lo que has escrito? Contesto, con la
m醩 completa sinceridad, yo ahora s?que yo,
no s髄o en plena luz del d韆, veo el concreto
y la monta馻 agrietarse, empizarrarse y fluir.
揘o m醨tires, as coronas son entregadas
aqu? 間uese al presente!? grita 閘.
La vieja furia comienza a irrumpir en m? pero el reloj
golpea las 18.55, sin advertencia, y el tercer
controlador aparece con un cuestionario
(disfrazado como una b鷖queda de opini髇). Las
preguntas son tan grandes como los encabezados
de un peri骴ico...
摽No considera usted que la verdad exige que uno corte
las alas de todos los p醞aros??/font>
摽No considera usted que la libertad exige que todos
esos que se est醤 muriendo deben cuidarse a s? mismos despu閟 de las seis de la tarde??/font>
摽No considera usted?(ilegible). 摽No considera
usted?(ilegible).
摽No considera usted que la realidad exige que usted
se ponga voluntariamente detr醩 de los muros??/font>
El primer controlador llama la atenci髇 del tercer
controlador sobre el hecho de que yo no tengo
que responder a la 鷏tima pregunta.
揧o soy un farmac髄ogo, transformo los venenos en
remedios, comienzo yo. Y m醩 a鷑, yo busco
aqu?al Padre o el Abismo; lo incomprensible
que es tambi閚 el Silencio...?/font>
Me encuentro a m?mismo fuera de la reja, negro como el
negro dentro de un espejo donde se ha quitado el
vidrio. La reja se sienta un poco sobre el
suelo, una escalera desvencijada lleva a ella.
All?debe ser encontrada la mujer que ha
olvidado su origen y su nombre.
A punto de ascender los escalones gastados,
me encuentro acusando amargamente a la
sociedad que he dejado. 揘o fuiste solamente
que t?me negaste el derecho de los hijos. Si
nunca se me pag?por el fuego, al menos deb? haber sido pagado por las cenizas.?/font>
Las manecillas de las horas se quedan inm髒iles. El
primer pelda駉 se sostiene. El segundo...
* Art韈ulo aparecido en AERA,
n.?5, diciembre 2004.