arecer韆
que, tras casi dos siglos de estudios de todo
tipo sobre la biograf韆 de Crist骲al Col髇,
el tema deber韆 estar ya completamente
resuelto, agotado y 搈uerto? y, sin
embargo, no es as? Todav韆 siguen apareciendo
trabajos que, en l韓eas generales, se apartan
de la biograf韆 ?/span>oficial?/span>
y ofrecen nuevas alternativas.
|
|
|

|
|
Portada
de "Col髇 y la carta Templaria",
de Jos?Antonio Hurtado. Editorial
Espejo de Tinta, Madrid, 2005. |
|
|
Y
no es que el tema colombino ?/span>apasione?
como normalmente opinan los colombinistas, sino
que ocurre con 閘 algo semejante a lo que
sucede con la Orden del Temple: la falta de
documentaci髇 sobre elementos esenciales de la
biograf韆 del uno y de las actividades o la
organizaci髇 interna de la otra es notoria y
palpable, con el a馻dido colombino de que la
familia Col髇 fue una contumaz falsificadora de
documentos y que una gran mayor韆 de los
testimonios escritos que han llegado hasta
nosotros son copias de unos originales que no
han aparecido a鷑, ni aparecen en los archivos
donde se supone que deber韆n estar custodiados.
Si
a todas estas circunstancias a馻dimos los
indicios reales de que las tierras americanas
pudiesen ser ya conocidas en algunos c韗culos
de la Cristiandad, indicios que van desde las
menciones de los autores cl醩icos griegos y
latinos hasta la famosa carta de Piris Reis,
as?como la teor韆 de un descubrimiento previo
al colombino, teor韆 que naci?pr醕ticamente
en el mismo instante que retornaron los nautas
del Primer Viaje, y que el profesor Manzano ha
desarrollado muy h醔ilmente, nos encontramos
con un terreno abonado para motivar a muchos al
estudio del personaje y la documentaci髇 que le
rodea y a proponer su propia alternativa
biogr醘ica.
Supuestos
apri髍icos de la obra
Uno
de esos indicios del conocimiento de las tierras
allende la Mar Oc閍no que, desde muy antiguo,
han despertado las sospechas en todo tipo de
investigadores han sido, por un lado, la
expansi髇 econ髆ica europea del siglo XIII,
que queda asociada a la Orden del Temple, y, por
otro, la extra馻 desaparici髇 del grueso de la
flota de la Orden tras el encarcelamiento de los
caballeros en 1307 y la posterior disoluci髇 de
la Orden en el concilio de Vienne. Y quiz醩 se
hubiese especulado a鷑 m醩 si alguien anterior
a m?se hubiese percatado de que el 鷏timo
d韆 de existencia de la Orden como tal, quiero
decir el d韆 previo a la detenci髇 de los
caballeros templarios, fue un 12 de octubre,
exactamente la fecha que Col髇 fija su toma de
posesi髇, en nombre de los Reyes Cat髄icos, de
la primera tierra americana de que tenemos
constancia escrita: Guanahan?
Pero
Col髇 y
la carta templaria no es un libro basado en
conjeturas, sino en un estudio riguroso y
cient韋ico de las matem醫icas implicadas en la
navegaci髇 antigua y medieval, y el desarrollo
cartogr醘ico que se fue generando en cada
momento de la Historia seg鷑 avanzaban los
conocimientos matem醫icos de las distintas
civilizaciones, griegas, romanas, isl醡icas.
As? el estudio comienza en el siglo II a. C. y
finaliza en la carta de navegaci髇 que los
portugueses pose韆n y que se plasm?en el Tratado
de Tordesillas, carta que el rey portugu閟
Juan II hab韆 recibido de su pariente don
Enrique el Navegante, gran maestre de los
Caballeros de la Orden de Cristo, descendiente
directa de la Orden del Temple en Portugal.
Por
tanto, lo primero es partir de una teor韆
matem醫ica perfectamente s髄ida y consolidada
que permita explicar c髆o desde el siglo II
determinados navegantes pod韆n cruzar el
Atl醤tico y situar su posici髇 en una carta de
navegaci髇 utilizando simplemente la regla y el
comp醩, aun desconociendo los principios
matem醫icos en los cuales estaba basado el
m閠odo que utilizaban, pero sin necesitar en
absoluto la br鷍ula para determinar su
posici髇 en lo que hoy conocemos como longitud
y latitud.
|
|
|

|
|
Col髇
explica su plan a una 'junta de
t閏nicos', presidida por fray Hernando
de Talavera, confesor de la reina, que
hab韆 sido profesor en la Universidad
de Salamanca. |
|
|
La
segunda parte consiste en contrastar los
par醡etros de esa teor韆 con los datos que
Col髇 ofrece en sus escritos, tanto de las
navegaciones como los geogr醘icos y
cartogr醘icos, que sistem醫icamente han sido
despreciados por los historiadores, y contrastar
que encajan los unos en los otros perfectamente.
As? cuando Col髇 escribe en la introducci髇 de su Diario
que va a utilizar la longitud
del occidente y la latitud
del equinoccial como valores para
representar una mapa, comprender exactamente lo
que significan estos datos a fin de no
confundirlos con los actuales de longitud y
latitud, como se ha venido haciendo hasta ahora.
Tras
varias verificaciones de los valores mostrados
en los escritos del Almirante, se llega a la
conclusi髇 de que Col髇 era una de esas
personas que conoc韆n perfectamente el m閠odo
matem醫ico de navegaci髇 que arranca en el
siglo II a. C., aunque desconoc韆 algunos de
sus fundamentos, lo cual le obligaba a partir
siempre de La Gomera en sus viajes, y, por
supuesto, se demuestra fehacientemente que el
valor de la milla que utilizaron las naves de la
flotilla castellana para el Primer Viaje fue el
que utilizaban los marineros andaluces de la
閜oca y no cualquier otro que se 搃nventa? para que las naves lleguen a un punto elegido de
antemano, tal como han hecho distintos
colombinistas.
Resta
todav韆 por verificar lo que anunci?en mi
libro La
ruta T y D publicado en 1999 por el Gobierno
de Canarias: Col髇 ten韆 una copia del Atlas
de Abraham y Yahuda Cresques de 1375, cuyo
original se conserva en la Biblioteca Nacional
de Francia, para lo que hubo que encontrar los
documentos que atestiguan la existencia (en su
momento) de esa copia realizada por los mismos
autores, y mostrar la forma como dicha copia
lleg?a manos de Col髇, ya que, por
comparaci髇 de las distintas zonas
cartogr醘icas que tiene el Atlas y de las
noticias que tenemos sobre cartas musulmanas, se
ve que existe una zona del mapa dise馻da
especialmente para naves que parten del puerto
de La Rochelle. Los jud韔s mallorquines nos
ense馻n c髆o fue la cartograf韆 que utiliz? la Orden del Temple para planificar y seguir la
posici髇 de los distintos grupos de naves que
integraban su flota, y confirman lo que qued? expuesto por m?en el C醦. XXI de Codex Templi, que el Temple tuvo una encomienda en Nicaragua y que
desapareci?por culpa de una erupci髇
volc醤ica o un terremoto que cerr?el paso
entre el lago Nicaragua y el Pac韋ico.
Cuando
todos los pasos anteriores est醤 resueltos, se
pueden ir realizando las 揷omprobaciones
hist髍icas?pertinentes, desde que desaparece
la Orden del Temple hasta que comienza la
conquista de Canarias, y hasta la firma del
Tratado de Tordesillas, pasando posteriormente a
analizar los documentos de la biograf韆
colombina para determinar cu醠 pudo ser la
realidad de lo que se conoce con el nombre de ?/span>descubrimiento?/span>
a la luz de toda la informaci髇 puesta de
manifiesto por el trabajo anterior.
Dificultades
en la investigaci髇 descubridora colombina
Todo
lo escrito anteriormente forma el trabajo sobre
el que se asienta Col髇
y la carta templaria, aunque, l骻icamente,
no fue realizado en ese orden. Y no lo fue
porque cuando se comienza una investigaci髇,
rara vez se puede precisar cu醠 va a ser el
resultado final de la misma, y se va avanzando a
trav閟 de ella completamente a ciegas, y, a lo
largo del desarrollo, se cree que se han
encontrado elementos nuevos que, posteriormente,
resultan ser err髇eos o con significado
distinto del que al principio les fue atribuido.
Por ejemplo, uno de los puntos que jam醩
acept?sobre la biograf韆 colombina apunta al
que dice que los Reyes rechazaron las peticiones
de Col髇 con respecto al Primer Viaje, con lo
que el navegante rompi?las negociaciones y
march?de Santa Fe dispuesto a irse a Francia a
negociar en aquel reino, pero los Cat髄icos
dieron marcha atr醩 y acabaron aceptando todas
sus peticiones.
Esa
historia siempre me pareci?falsa, y, sin
embargo, existe en ella una gran parte de
verdad. Col髇 negoci? en efecto, con el
Cat髄ico, de ah?que las llamadas Capitulaciones
de Santa Fe se encuentren en los archivos de
la Corona de Arag髇 y no en Simancas, y que se
aclare el tipo de almirantazgo que deseaba
ostentar Col髇. Precisamente por eso, el rey
Fernando no puede aceptar lo que solicita el
nauta. Es entonces cuando, gracias a la
mediaci髇 de Luis de Sant醤gel, la reina
Isabel, a modo privado (no como reina de
Castilla), le ofrece la financiaci髇 de la
empresa. En la historia trasmitida hay una
exageraci髇, pero no es tan desafecta a la
realidad como yo supon韆 en un principio, si
bien he de reconocer que, a lo largo de toda la
investigaci髇, jam醩 la consider?como cierta
hasta 鷏tima hora, cuando quise estudiar las
implicaciones del documento de las Capitulaciones.
Ah?tuve que cambiar de opini髇.
Mi
obra y el problema editorial
Pero
si el ?/span>trabajo
de campo?/span>
no fue desarrollado en la forma que expuse, Col髇
y la carta templaria tampoco sigue la misma
pauta. En primer lugar, por un problema de ?/span>espacio?
el editor me encarga el libro con un determinado
n鷐ero de p醙inas, y, en esas p醙inas
contratadas, no se puede condensar todo el
volumen de informaci髇 que ha supuesto mi labor
investigadora. En segundo lugar, por razones
obvias no se puede escribir una obra de
divulgaci髇 para ?/span>el
gran p鷅lico?/span>
siguiendo las pautas de un trabajo acad閙ico:
la pesadez y la monoton韆 har韆n que se
abandonase su lectura no m醩 all?de la quinta
p醙ina, y no cabe la menor duda de que lo que
se ha escrito es un libro para especialistas o
para gente muy interesada en estos temas, como
es el caso del cap韙ulo XXI de Codex
Templi ya mencionado.
El
libro, una narraci髇 de relatos n醬ticos y
autobiogr醘icos
Col髇
y la carta templaria
no se ha planteado, pues, como un libro de
historia, ni de ensayo hist髍ico, sino como una
narraci髇 de distintos relatos engarzados por
el hecho com鷑 de la biograf韆 colombina y del
Primer Viaje, narraciones que, aparentemente, no
tienen una secuencia cronol骻ica pero s?un
mismo hilo conductor, de tal forma que la
diversidad de situaciones y momentos hist髍icos
que se encadenan a lo largo del texto tratan de
dar amenidad y variedad a su lectura, intentando
huir de la monoton韆 y el tedio, y procurando,
al mismo tiempo, dejar al lector con la
inc骻nita permanente de c髆o y con qu?va a
continuar la narraci髇.
Se
salpica el texto de an閏dotas personales del
autor (siempre se dice que cualquier relato es
una forma de autobiograf韆), sobre todo las que
hacen referencia a su ni馿z en Huelva o a su
estancia en Sanl鷆ar de Barrameda, en el quinto
aniversario del Cuarto Viaje, con una especial
dedicatoria a la duquesa de Medinasidonia que,
con mucha anterioridad al autor, ya defend韆 la
tesis de que No fuimos nosotros. Y el autor busca la complicidad del lector en
elementos cotidianos tales como determinados
vinos o mariscos o paisajes.
Dificultad
de la obra
El
autor intenta introducir al lector en algo tan
fundamental para la comprensi髇 de los textos
como es la mentalidad de la 閜oca, cosa que no
es tan sencilla como pudiera parecer en un
comienzo, a juzgar por el rotundo fracaso que
han cosechado muchos de historiadores de
prestigio que han estudiado esos textos, al
llegar a interpretaciones completamente
err髇eas de frases tan sencillas como, por
ejemplo, ?/span>dej? mujer e hijos para servir a V. A.? y, de una manera especial, en lo referente al
problema de los jud韔s, conversos y ?/span>marranos?/span>
tan determinante en esa 閜oca para la
comprensi髇 de muchas de las acciones de
gobierno que tuvieron que tomar los Cat髄icos
durante su reinado en cualquiera de ambos
reinos.
Los
templarios de Canarias y el paso a ?/span>la
Mar Grande?/span>
Y,
por supuesto, siempre existe el tel髇 de fondo
de la encomienda templaria de Canarias, base
para que una parte de la flota que se dirig韆 a
esa otra zona de Nicaragua a trav閟 del r韔
San Juan, rindiese viaje en ese paso al
Pac韋ico, que el Cat髄ico estuvo buscando
hasta 1506, aun despu閟 de muerto el Almirante,
y bajase por la costa oeste del subcontinente
americano a los lugares donde negociaba la
adquisici髇 de plata y otros elementos de alta
cotizaci髇 en el mercado que le permitieron
introducir en Europa los metales precisos para
aumentar el efectivo circulante, sin bajar la
ley de las monedas, gracias al control directo
que la Orden ejerc韆 sobre algunas cecas
importantes de nuestro continente.
|
|
|

|
|
El
12 de octubre de 1492, Col髇 y sus
hombres desembarcan en una peque馻 isla
del grupo de las Lucayas, llamada
Guanahan?por los ind韌enas. |
|
|
Que
la flota del Temple hab韆 cruzado el ?/span>paso
a la Mar Grande?/span>
a trav閟 de ese estrecho que busc?el
Cat髄ico es uno de los secretos que el
Almirante vendi?al rey de Sos. Hoy sabemos que
el famoso ?/span>tesoro?/span>
no iba con la flota, sino que ya lo hab韆
volatilizado Felipe de Francia en las
reevaluaciones de moneda que realiz?en 1308,
para las cuales fueron necesarias 160 toneladas
netas de plata, que, si consideramos una ley
media del 1% y que toda esa plata proviniese de
moneda, nos dan 16.000 toneladas de moneda como
la cantidad necesaria para las medidas
econ髆icas del rey galo, cantidad que agota
cualquier posible ?/span>tesoro?/span>
de la 閜oca. No disponemos de ninguna base
hist髍icamente constatada para asegurar que ese
?/span>tesoro?/span>
no le fuese ofrecido tambi閚 a Fernando junto
con la situaci髇 final de la flota que Col髇
cre韆 conocer.
Sobre
todo, lo que ofreci?Col髇 al rey que jalon? con 閤ito la 鷏tima de las Cruzadas de la
Cristiandad (no hay que olvidar el detalle de la
guerra de Granada: para toda la Cristiandad, la
expulsi髇 de los musulmanes de la pen韓sula
Ib閞ica era tan Cruzada como las que se
desarrollaron en los siglo XII y XIII) fue la
cooperaci髇 de la Orden para una nueva
conquista de Jerusal閚, objetivo que Col髇 ha
dejado escrito en varios documentos y al que no
se le ha prestado mucha atenci髇. Pero para que
los descendientes de la Orden pudiesen apoyar al
aragon閟, era necesario que la Orden, fuese, en
cierta forma,
?/span>revitalizada?/span>
y, para eso, Fernando supo moverse entre la
curia cardenalicia, al igual que su s鷅dito el
cardenal Borja, para que el citado cardenal
fuese elegido Papa, lo que confirma la tesis que
siempre ha defendido la duquesa de Medinasidonia,
al postular que, hasta que el Borgia no sali? papa, Col髇 no zarp?de Palos. El padre del
futuro duque de Gandia en la c鷖pide de la
Iglesia romana era absolutamente necesario para
poder ?/span>revitalizar?/span>
la Orden.
Los
hermanos Pinz髇 y la trama corsaria
Resta
a鷑 una trama de piratas y corsarios cuya
cabeza visible es Mart韓 Alonso Pinz髇, pero
que es manejada por Luis de Sant醤gel, quien
proporciona la informaci髇 de las naves que, en
traves韆s atl醤ticas o mediterr醤eas, pueden
ser f醕ilmente desvalijadas y, posteriormente,
se encarga de vender las mercanc韆s. Pero la
funci髇 del valenciano es compleja, porque
tiene socios muy interesados en la apertura de
nuevas tierras que proporcionen terrenos
propicios para el cultivo de la zafra de ca馻
de az鷆ar y esclavos para los ingenios
azucareros o venta en los mercados europeos, y,
a su vez, forma parte de una conspiraci髇 de ?/span>marranos?/span>
y conversos que desean vengarse del Cat髄ico
por haber reformado la Inquisici髇 aragonesa a
semejanza de la castellana.
Pero
si el rey Fernando y Sant醤gel logran colocar a
los hombres de este 鷏timo, los hermanos
Pinz髇, como hombres ?/span>de
confianza?/span>
en el Primer Viaje, Isabel, que tampoco ten韆
un pelo de tonta, introduce all?a Juan de la
Cosa y la nao Santa Mar韆, y, probablemente,
firma un pacto previo al viaje con los
portugueses, de ah?que Col髇 retorne por
Canarias (no por las Azores como dice el Diario,
que trata de ocultar el pacto con el rey de
Portugal Juan II) y r醦idamente se dirija a
Lisboa a preparar con el rey portugu閟 lo que
constituir?el Tratado de Tordesillas.
El
primer viaje colombino, entre el lauro y el
desastre
El
Primer Viaje es una amalgama de intereses
dispares que concluye, como no pod韆 ser de
otra forma, con una cuarentena de hombres
abandonados en La Espa駉la, y muertos o
desaparecidos cuando Col髇 retorna a la isla.
Mart韓 Alonso, fallecido en su pueblo de unas
extra馻s fiebres contra韉as durante el viaje,
resulta ser el 鷑ico navegante que adquiri? tan curiosa enfermedad, que ha privado a la
Historia de obtener una versi髇 de ese Primer
Viaje distinta a la colombina.
Y,
en medio de todo eso, la aut閚tica raz髇 por
la cual Col髇 deseaba ejecutar ese viaje, una
raz髇 que le hizo abandonar todo, desde su casa
familiar hasta a la 鷑ica mujer que am? y que
se merece la dedicatoria del relato que recoge Col髇
y la carta templaria.
|

|
Itinerario
de primer viaje de Col髇. Hab韆
comenzado el 3 de agosto de 1492 y
culmina con el retorno del almirante a
tierras espa駉las el 15 de marzo de
1493. Buscando una nueva v韆 hacia las
Indias Orientales por la ruta de
Occidente, hab韆 llegado a Am閞ica el
12 de octubre de 1492. |