N.? 32

AGOSTO-SEPTIEMBRE 2005

9

  

  

Col髇 y la carta templaria

Jos? Antonio Hurtado

  

P

arecer韆 que, tras casi dos siglos de estudios de todo tipo sobre la biograf韆 de Crist骲al Col髇, el tema deber韆 estar ya completamente resuelto, agotado y 搈uerto? y, sin embargo, no es as? Todav韆 siguen apareciendo trabajos que, en l韓eas generales, se apartan de la biograf韆 ?/span>oficial?/span> y ofrecen nuevas alternativas.

  
      

Portada de "Col髇 y la carta Templaria", de Jos?Antonio Hurtado. Editorial Espejo de Tinta, Madrid, 2005.

  

Y no es que el tema colombino ?/span>apasione? como normalmente opinan los colombinistas, sino que ocurre con 閘 algo semejante a lo que sucede con la Orden del Temple: la falta de documentaci髇 sobre elementos esenciales de la biograf韆 del uno y de las actividades o la organizaci髇 interna de la otra es notoria y palpable, con el a馻dido colombino de que la familia Col髇 fue una contumaz falsificadora de documentos y que una gran mayor韆 de los testimonios escritos que han llegado hasta nosotros son copias de unos originales que no han aparecido a鷑, ni aparecen en los archivos donde se supone que deber韆n estar custodiados.

Si a todas estas circunstancias a馻dimos los indicios reales de que las tierras americanas pudiesen ser ya conocidas en algunos c韗culos de la Cristiandad, indicios que van desde las menciones de los autores cl醩icos griegos y latinos hasta la famosa carta de Piris Reis, as?como la teor韆 de un descubrimiento previo al colombino, teor韆 que naci?pr醕ticamente en el mismo instante que retornaron los nautas del Primer Viaje, y que el profesor Manzano ha desarrollado muy h醔ilmente, nos encontramos con un terreno abonado para motivar a muchos al estudio del personaje y la documentaci髇 que le rodea y a proponer su propia alternativa biogr醘ica.

Supuestos apri髍icos de la obra

Uno de esos indicios del conocimiento de las tierras allende la Mar Oc閍no que, desde muy antiguo, han despertado las sospechas en todo tipo de investigadores han sido, por un lado, la expansi髇 econ髆ica europea del siglo XIII, que queda asociada a la Orden del Temple, y, por otro, la extra馻 desaparici髇 del grueso de la flota de la Orden tras el encarcelamiento de los caballeros en 1307 y la posterior disoluci髇 de la Orden en el concilio de Vienne. Y quiz醩 se hubiese especulado a鷑 m醩 si alguien anterior a m?se hubiese percatado de que el 鷏timo d韆 de existencia de la Orden como tal, quiero decir el d韆 previo a la detenci髇 de los caballeros templarios, fue un 12 de octubre, exactamente la fecha que Col髇 fija su toma de posesi髇, en nombre de los Reyes Cat髄icos, de la primera tierra americana de que tenemos constancia escrita: Guanahan?

Pero Col髇 y la carta templaria no es un libro basado en conjeturas, sino en un estudio riguroso y cient韋ico de las matem醫icas implicadas en la navegaci髇 antigua y medieval, y el desarrollo cartogr醘ico que se fue generando en cada momento de la Historia seg鷑 avanzaban los conocimientos matem醫icos de las distintas civilizaciones, griegas, romanas, isl醡icas. As? el estudio comienza en el siglo II a. C. y finaliza en la carta de navegaci髇 que los portugueses pose韆n y que se plasm?en el Tratado de Tordesillas, carta que el rey portugu閟 Juan II hab韆 recibido de su pariente don Enrique el Navegante, gran maestre de los Caballeros de la Orden de Cristo, descendiente directa de la Orden del Temple en Portugal.

Por tanto, lo primero es partir de una teor韆 matem醫ica perfectamente s髄ida y consolidada que permita explicar c髆o desde el siglo II determinados navegantes pod韆n cruzar el Atl醤tico y situar su posici髇 en una carta de navegaci髇 utilizando simplemente la regla y el comp醩, aun desconociendo los principios matem醫icos en los cuales estaba basado el m閠odo que utilizaban, pero sin necesitar en absoluto la br鷍ula para determinar su posici髇 en lo que hoy conocemos como longitud y latitud.

  
      

Col髇 explica su plan a una 'junta de t閏nicos', presidida por fray Hernando de Talavera, confesor de la reina, que hab韆 sido profesor en la Universidad de Salamanca.

  

La segunda parte consiste en contrastar los par醡etros de esa teor韆 con los datos que Col髇 ofrece en sus escritos, tanto de las navegaciones como los geogr醘icos y cartogr醘icos, que sistem醫icamente han sido despreciados por los historiadores, y contrastar que encajan los unos en los otros perfectamente. As?  cuando Col髇 escribe en la introducci髇 de su Diario que va a utilizar la longitud del occidente y la latitud del equinoccial como valores para representar una mapa, comprender exactamente lo que significan estos datos a fin de no confundirlos con los actuales de longitud y latitud, como se ha venido haciendo hasta ahora.

Tras varias verificaciones de los valores mostrados en los escritos del Almirante, se llega a la conclusi髇 de que Col髇 era una de esas personas que conoc韆n perfectamente el m閠odo matem醫ico de navegaci髇 que arranca en el siglo II a. C., aunque desconoc韆 algunos de sus fundamentos, lo cual le obligaba a partir siempre de La Gomera en sus viajes, y, por supuesto, se demuestra fehacientemente que el valor de la milla que utilizaron las naves de la flotilla castellana para el Primer Viaje fue el que utilizaban los marineros andaluces de la 閜oca y no cualquier otro que se 搃nventa? para que las naves lleguen a un punto elegido de antemano, tal como han hecho distintos colombinistas.

Resta todav韆 por verificar lo que anunci?en mi libro La ruta T y D publicado en 1999 por el Gobierno de Canarias: Col髇 ten韆 una copia del Atlas de Abraham y Yahuda Cresques de 1375, cuyo original se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia, para lo que hubo que encontrar los documentos que atestiguan la existencia (en su momento) de esa copia realizada por los mismos autores, y mostrar la forma como dicha copia lleg?a manos de Col髇, ya que, por comparaci髇 de las distintas zonas cartogr醘icas que tiene el Atlas y de las noticias que tenemos sobre cartas musulmanas, se ve que existe una zona del mapa dise馻da especialmente para naves que parten del puerto de La Rochelle. Los jud韔s mallorquines nos ense馻n c髆o fue la cartograf韆 que utiliz? la Orden del Temple para planificar y seguir la posici髇 de los distintos grupos de naves que integraban su flota, y confirman lo que qued? expuesto por m?en el C醦. XXI de Codex Templi, que el Temple tuvo una encomienda en Nicaragua y que desapareci?por culpa de una erupci髇 volc醤ica o un terremoto que cerr?el paso entre el lago Nicaragua y el Pac韋ico.

Cuando todos los pasos anteriores est醤 resueltos, se pueden ir realizando las 揷omprobaciones hist髍icas?pertinentes, desde que desaparece la Orden del Temple hasta que comienza la conquista de Canarias, y hasta la firma del Tratado de Tordesillas, pasando posteriormente a analizar los documentos de la biograf韆 colombina para determinar cu醠 pudo ser la realidad de lo que se conoce con el nombre de ?/span>descubrimiento?/span> a la luz de toda la informaci髇 puesta de manifiesto por el trabajo anterior.

Dificultades en la investigaci髇 descubridora colombina

Todo lo escrito anteriormente forma el trabajo sobre el que se asienta Col髇 y la carta templaria, aunque, l骻icamente, no fue realizado en ese orden. Y no lo fue porque cuando se comienza una investigaci髇, rara vez se puede precisar cu醠 va a ser el resultado final de la misma, y se va avanzando a trav閟 de ella completamente a ciegas, y, a lo largo del desarrollo, se cree que se han encontrado elementos nuevos que, posteriormente, resultan ser err髇eos o con significado distinto del que al principio les fue atribuido. Por ejemplo, uno de los puntos que jam醩 acept?sobre la biograf韆 colombina apunta al que dice que los Reyes rechazaron las peticiones de Col髇 con respecto al Primer Viaje, con lo que el navegante rompi?las negociaciones y march?de Santa Fe dispuesto a irse a Francia a negociar en aquel reino, pero los Cat髄icos dieron marcha atr醩 y acabaron aceptando todas sus peticiones.

Esa historia siempre me pareci?falsa, y, sin embargo, existe en ella una gran parte de verdad. Col髇 negoci? en efecto, con el Cat髄ico, de ah?que las llamadas Capitulaciones de Santa Fe se encuentren en los archivos de la Corona de Arag髇 y no en Simancas, y que se aclare el tipo de almirantazgo que deseaba ostentar Col髇. Precisamente por eso, el rey Fernando no puede aceptar lo que solicita el nauta. Es entonces cuando, gracias a la mediaci髇 de Luis de Sant醤gel, la reina Isabel, a modo privado (no como reina de Castilla), le ofrece la financiaci髇 de la empresa. En la historia trasmitida hay una exageraci髇, pero no es tan desafecta a la realidad como yo supon韆 en un principio, si bien he de reconocer que, a lo largo de toda la investigaci髇, jam醩 la consider?como cierta hasta 鷏tima hora, cuando quise estudiar las implicaciones del documento de las Capitulaciones. Ah?tuve que cambiar de opini髇.

Mi obra y el problema editorial

Pero si el ?/span>trabajo de campo?/span> no fue desarrollado en la forma que expuse, Col髇 y la carta templaria tampoco sigue la misma pauta. En primer lugar, por un problema de ?/span>espacio? el editor me encarga el libro con un determinado n鷐ero de p醙inas, y, en esas p醙inas contratadas, no se puede condensar todo el volumen de informaci髇 que ha supuesto mi labor investigadora. En segundo lugar, por razones obvias no se puede escribir una obra de divulgaci髇 para ?/span>el gran p鷅lico?/span> siguiendo las pautas de un trabajo acad閙ico: la pesadez y la monoton韆 har韆n que se abandonase su lectura no m醩 all?de la quinta p醙ina, y no cabe la menor duda de que lo que se ha escrito es un libro para especialistas o para gente muy interesada en estos temas, como es el caso del cap韙ulo XXI de Codex Templi ya mencionado.

El libro, una narraci髇 de relatos n醬ticos y autobiogr醘icos

Col髇 y la carta templaria no se ha planteado, pues, como un libro de historia, ni de ensayo hist髍ico, sino como una narraci髇 de distintos relatos engarzados por el hecho com鷑 de la biograf韆 colombina y del Primer Viaje, narraciones que, aparentemente, no tienen una secuencia cronol骻ica pero s?un mismo hilo conductor, de tal forma que la diversidad de situaciones y momentos hist髍icos que se encadenan a lo largo del texto tratan de dar amenidad y variedad a su lectura, intentando huir de la monoton韆 y el tedio, y procurando, al mismo tiempo, dejar al lector con la inc骻nita permanente de c髆o y con qu?va a continuar la narraci髇.

Se salpica el texto de an閏dotas personales del autor (siempre se dice que cualquier relato es una forma de autobiograf韆), sobre todo las que hacen referencia a su ni馿z en Huelva o a su estancia en Sanl鷆ar de Barrameda, en el quinto aniversario del Cuarto Viaje, con una especial dedicatoria a la duquesa de Medinasidonia que, con mucha anterioridad al autor, ya defend韆 la tesis de que No fuimos nosotros. Y el autor busca la complicidad del lector en elementos cotidianos tales como determinados vinos o mariscos o paisajes.

Dificultad de la obra

El autor intenta introducir al lector en algo tan fundamental para la comprensi髇 de los textos como es la mentalidad de la 閜oca, cosa que no es tan sencilla como pudiera parecer en un comienzo, a juzgar por el rotundo fracaso que han cosechado muchos de historiadores de prestigio que han estudiado esos textos, al llegar a interpretaciones completamente err髇eas de frases tan sencillas como, por ejemplo, ?/span>dej? mujer e hijos para servir a V. A.? y, de una manera especial, en lo referente al problema de los jud韔s, conversos y ?/span>marranos?/span> tan determinante en esa 閜oca para la comprensi髇 de muchas de las acciones de gobierno que tuvieron que tomar los Cat髄icos durante su reinado en cualquiera de ambos reinos.

Los templarios de Canarias y el paso a ?/span>la Mar Grande?/span>

Y, por supuesto, siempre existe el tel髇 de fondo de la encomienda templaria de Canarias, base para que una parte de la flota que se dirig韆 a esa otra zona de Nicaragua a trav閟 del r韔 San Juan, rindiese viaje en ese paso al Pac韋ico, que el Cat髄ico estuvo buscando hasta 1506, aun despu閟 de muerto el Almirante, y bajase por la costa oeste del subcontinente americano a los lugares donde negociaba la adquisici髇 de plata y otros elementos de alta cotizaci髇 en el mercado que le permitieron introducir en Europa los metales precisos para aumentar el efectivo circulante, sin bajar la ley de las monedas, gracias al control directo que la Orden ejerc韆 sobre algunas cecas importantes de nuestro continente.

  
      

El 12 de octubre de 1492, Col髇 y sus hombres desembarcan en una peque馻 isla del grupo de las Lucayas, llamada Guanahan?por los ind韌enas.

  

Que la flota del Temple hab韆 cruzado el ?/span>paso a la Mar Grande?/span> a trav閟 de ese estrecho que busc?el Cat髄ico es uno de los secretos que el Almirante vendi?al rey de Sos. Hoy sabemos que el famoso ?/span>tesoro?/span> no iba con la flota, sino que ya lo hab韆 volatilizado Felipe de Francia en las reevaluaciones de moneda que realiz?en 1308, para las cuales fueron necesarias 160 toneladas netas de plata, que, si consideramos una ley media del 1% y que toda esa plata proviniese de moneda, nos dan 16.000 toneladas de moneda como la cantidad necesaria para las medidas econ髆icas del rey galo, cantidad que agota cualquier posible ?/span>tesoro?/span> de la 閜oca. No disponemos de ninguna base hist髍icamente constatada para asegurar que ese ?/span>tesoro?/span> no le fuese ofrecido tambi閚 a Fernando junto con la situaci髇 final de la flota que Col髇 cre韆 conocer.

Sobre todo, lo que ofreci?Col髇 al rey que jalon? con 閤ito la 鷏tima de las Cruzadas de la Cristiandad (no hay que olvidar el detalle de la guerra de Granada: para toda la Cristiandad, la expulsi髇 de los musulmanes de la pen韓sula Ib閞ica era tan Cruzada como las que se desarrollaron en los siglo XII y XIII) fue la cooperaci髇 de la Orden para una nueva conquista de Jerusal閚, objetivo que Col髇 ha dejado escrito en varios documentos y al que no se le ha prestado mucha atenci髇. Pero para que los descendientes de la Orden pudiesen apoyar al aragon閟, era necesario que la Orden, fuese, en cierta forma,  ?/span>revitalizada?/span> y, para eso, Fernando supo moverse entre la curia cardenalicia, al igual que su s鷅dito el cardenal Borja, para que el citado cardenal fuese elegido Papa, lo que confirma la tesis que siempre ha defendido la duquesa de Medinasidonia, al postular que, hasta que el Borgia no sali? papa, Col髇 no zarp?de Palos. El padre del futuro duque de Gandia en la c鷖pide de la Iglesia romana era absolutamente necesario para poder ?/span>revitalizar?/span> la Orden.

Los hermanos Pinz髇 y la trama corsaria

Resta a鷑 una trama de piratas y corsarios cuya cabeza visible es Mart韓 Alonso Pinz髇, pero que es manejada por Luis de Sant醤gel, quien proporciona la informaci髇 de las naves que, en traves韆s atl醤ticas o mediterr醤eas, pueden ser f醕ilmente desvalijadas y, posteriormente, se encarga de vender las mercanc韆s. Pero la funci髇 del valenciano es compleja, porque tiene socios muy interesados en la apertura de nuevas tierras que proporcionen terrenos propicios para el cultivo de la zafra de ca馻 de az鷆ar y esclavos para los ingenios azucareros o venta en los mercados europeos, y, a su vez, forma parte de una conspiraci髇 de ?/span>marranos?/span> y conversos que desean vengarse del Cat髄ico por haber reformado la Inquisici髇 aragonesa a semejanza de la castellana.

Pero si el rey Fernando y Sant醤gel logran colocar a los hombres de este 鷏timo, los hermanos Pinz髇, como hombres ?/span>de confianza?/span> en el Primer Viaje, Isabel, que tampoco ten韆 un pelo de tonta, introduce all?a Juan de la Cosa y la nao Santa Mar韆, y, probablemente, firma un pacto previo al viaje con los portugueses, de ah?que Col髇 retorne por Canarias (no por las Azores como dice el Diario, que trata de ocultar el pacto con el rey de Portugal Juan II) y r醦idamente se dirija a Lisboa a preparar con el rey portugu閟 lo que constituir?el Tratado de Tordesillas.

El primer viaje colombino, entre el lauro y el desastre

El Primer Viaje es una amalgama de intereses dispares que concluye, como no pod韆 ser de otra forma, con una cuarentena de hombres abandonados en La Espa駉la, y muertos o desaparecidos cuando Col髇 retorna a la isla. Mart韓 Alonso, fallecido en su pueblo de unas extra馻s fiebres contra韉as durante el viaje, resulta ser el 鷑ico navegante que adquiri? tan curiosa enfermedad, que ha privado a la Historia de obtener una versi髇 de ese Primer Viaje distinta a la colombina.

Y, en medio de todo eso, la aut閚tica raz髇 por la cual Col髇 deseaba ejecutar ese viaje, una raz髇 que le hizo abandonar todo, desde su casa familiar hasta a la 鷑ica mujer que am? y que se merece la dedicatoria del relato que recoge Col髇 y la carta templaria.

  

Itinerario de primer viaje de Col髇. Hab韆 comenzado el 3 de agosto de 1492 y culmina con el retorno del almirante a tierras espa駉las el 15 de marzo de 1493. Buscando una nueva v韆 hacia las Indias Orientales por la ruta de Occidente, hab韆 llegado a Am閞ica el 12 de octubre de 1492.

  

  

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*Jos? Antonio Hurtado Garc韆 (Madrid, 1949) es ingeniero aeron醬tico por la U.P.M. Sus primeras lecturas van desde la cuaderna v韆 de Gonzalo de Berceo a los ensayos de Ram髇 Tamames, pasando por Simenon y los grandes de la literatura hispanoamericana. Una contrariedad en su salud le sumerge en el 醡bito de los manuales generales o ensayos concretos de Historia hasta que un d韆 cae en sus manos una biograf韆 de Col髇. Fruto de sus pesquisas sobre este navegante, la navegaci髇 Medieval y las cartas n醬ticas de los siglos XIV y XV fue la publicaci髇, en 1999, de La ruta T y D, un libro que abre caminos de investigaci髇 distintos a los tradicionales para enfocar el llamado descubrimiento de Am閞ica. Luego, publica el cap韙ulo XXI de Codex Templi, una obra sobre la Orden del Temple (Ed. Aguilar) y Col髇 y la carta templaria (Ed. Espejo de Tinta), que considera la segunda parte de  su primer trabajo sobre el almirante descubridor, en el que describe los hechos anteriores y posteriores al descubrimiento. Actualmente, est?escribiendo una tercera parte en la que analiza, paso a paso, los documentos en que se basa la biograf韆 colombina tradicional, poniendo de manifiesto que son falsos o que han sido malinterpretados, lo que lleva a proponer como 鷑ica soluci髇 alternativa la que propone en el libro anterior. Paralelamente, est?escribiendo una colecci髇 de 25 cuentos cortos con destino a alg鷑 certamen literario. El Quijote sigue siendo su manual de consulta y tiene en mente dedicarle uno de esos cuentos.

   

GIBRALFARO. Revista de Creaci髇 Literaria y Humanidades. A駉 IV. N鷐ero 32. Agosto-Septiembre 2005. Director: Jos? Antonio Molero Benavides. ISSN 1696-9294. Copyright ?2005 Jos?Antonio Hurtado Garc韆. Reservados todos los derechos ?2002-2005 EdiJambia & Departamento de Did醕tica de la Lengua y la Literatura. Facultad de Ciencias de la Educaci髇. Bulevar Louis Pasteur, s/n. Campus de Teatinos. Universidad de M醠aga. 29071 M醠aga (Espa馻).

  

  

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